martes, 23 de diciembre de 2008

ANALISIS FINANCIERO

ANÁLISIS FINANCIERO
JOSE LUIS HERNANDEZ C. (CONSULTOR)
El análisis financiero es una técnica de evaluación del com­por­tamiento operativo de una empresa, diagnóstico de la situación actual y predicción de eventos futuros y que, en consecuencia, se orienta hacia la obtención de objetivos previamente definidos. Por lo tanto, el primer paso en un proceso de ésta naturaleza es definir los objetivos para poder formular, a continuación, los interrogantes y criterios que van a ser satisfechos con los resultados del análisis —que es el tercer paso— a través de diversas técnicas.

Las herramientas de análisis financiero pueden cir­cuns­cribirse a las siguientes: a) análisis comparativo, b) aná­lisis de tendencias; c) estados finan­cieros proporcio­na­les; d) indicadores financieros y e) análisis especializados, entre los cuales sobresalen el estado de cambios en la situación financiera y el estado de flujos de efectivo.

Los indicadores financieros agrupan una serie de formulaciones y relaciones que permiten estandarizar e in­ter­pretar adecuadamente el comportamiento operativo de una empresa, de acuerdo a diferentes circunstancias. Así, se puede analizar la liquidez a corto plazo, su estructura de capital y solvencia, la eficiencia en la actividad y la rentabilidad producida con los recursos disponibles.

En consecuencia los indicadores se clasifican de la siguiente forma:

Razones de liquidez

1) Razón corriente
2) Prueba ácida
3) Capital de trabajo
4) Intervalo básico defensivo

Estructura de capital

5) Leverage total
6) Nivel de endeudamiento
7) Número de veces que se gana el interés

Razones de actividad

8) Rotación de cartera
9) Período de cobranza de la cartera
10) Rotación de inventarios
11) Días de inventario
12) Rotación de proveedores
13) Días de compra en cuentas por pagar
14) Ciclo neto de comercialización
15) Rotación de activos
a) Ventas a efectivo
b) Ventas a cartera
c) Ventas a inventarios
d) Ventas a activos fijos

Razones de rentabilidad

16) Rendimiento sobre la inversión
17) Margen de ganancias
18) Rendimiento del patrimonio


Una vez calculados los indicadores seleccionados para responder los interrogantes planteados se procede a su interpretación que es, quizá, la parte más delicada en un proceso de análisis financiero, porque involucra ya no una parte cuantitativa, sino una gran carga de subjetividad y de limitaciones inherentes al manejo de información que pudo, entre otras cosas, haber sido manipulada o simplemente mal presentada. Además existen una serie de factores externos que inciden en los resultados obtenidos, principal­mente por efecto de la inflación.

Por tal motivo, todas las operaciones realizadas por una empresa, en un período dado de tiempo, deben ser sometidas a un proceso de ajustes por inflación, con el pro­pósito de que las cifras arrojadas, por dichas operaciones, se expresen en pesos constantes o del mismo poder adquisi­tivo. Además, para fines comparativos, los estados finan­cieros deben ser actualizados de un año a otro, después de haber sido ajustados por inflación.

Esta situación hace que ciertas razones financieras no puedan ser calculadas con las cifras emitidas en los esta­dos financieros, sino que deban ser sometidas a una depu­ra­ción o "corrección" adicional, que pro­pugna porque la interpretación de tales resultados no esté distorsionada y conduzca a juicios erróneos y a la toma de decisiones equi­vocadas.


CLASIFICACIÓN DE LAS RAZONES FINANCIERAS

Las razones financieras han sido clasificadas, para una mejor interpretación y análisis, de múltiples maneras. Algunos autores prefieren otorgar mayor importancia a la renta­bilidad de la empresa e inician su estudio por los compo­nentes que conforman ésta variable continuando, por ejem­plo, con la explicación de los indicadores de solvencia, liquidez y eficiencia. Otros textos plantean en primer lugar la solvencia y después la rentabilidad y estabilidad, definiendo ésta última en la misma categoría de la eficiencia. De la misma manera, existen cientos de razones o índices que pueden calcularse con base en los estados financieros de un ente económico, pero no todos son importantes a la hora de diagnosticar una situación o evaluar un resultado.

Por tales motivos, en éste texto los diversos indica­dores se han clasificado en cuatro grupos y sólo se expli­carán aquellos de uso más corriente y que posean una real importancia para los fines previstos en la obra y sus usuarios. Dichos grupos son:

1. Razones de liquidez, que evalúan la capacidad de la empresa para satisfacer sus obligaciones a corto plazo. Implica, por tanto, la habilidad para convertir activos en efectivo.
2. Razones de estructura de capital y solvencia, que miden el grado en el cual la empresa ha sido finan­ciada mediante deudas.
3. Razones de actividad, que establecen la efectividad con la que se están usando los recursos de la empresa.
4. Razones de rentabilidad, que miden la eficiencia de la administración a través de los rendimientos gene­rados sobre las ventas y sobre la inversión.

A su vez, cada uno de éstos grupos incorpora una serie de razones o índices que serán estudiados de manera indepen­diente. Sin embargo, antes de entrar en el estudio pro­pues­to de los indicadores financieros, debe llamarse la atención sobre un hecho que, extrañamente, pasa desapercibido en la mayoría de los textos sobre análisis de estados financieros publicados para estudiantes de nuestro país. Tal hecho se re­fiere a la inflación que es recurrente en nuestro medio y que, además, de manera obligatoria debe ser calculado y contabilizado su efecto. Estas circunstancias (inflación y re­gis­tro contable) conducen a una nueva forma de interpre­ta­ción de los resultados obtenidos, por cuanto la presencia del fenómeno inflacionario en las cifras financieras puede producir graves distorsiones frente a los estándares hasta ahora utilizados como medida de evaluación y compor­tamiento.

5.3 UTILIDAD POR EXPOSICIÓN A LA INFLACIÓN

Las normas fiscales y contables definen la utilidad o pérdida por exposición a la inflación como el saldo crédito o débito registrado en la cuenta de corrección monetaria, respec­tiva­mente. A su vez, la cuenta de corrección monetaria se conforma por los ajustes por inflación practicados a las cuentas no monetarias del Balance y a todas las cuentas del estado de resultados, tal y conforme se resume en el siguiente cuadro:
Inversiones en acciones y aportes

Crédito
Propiedades, Planta y Equipo (costo)

Crédito
Depreciación y agotamiento acumulado
Débito

Activos intangibles (costo)

Crédito
Activos diferidos (costo)

Crédito
Amortización acumulada
Débito

Patrimonio
Débito


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De acuerdo a la definición dada, respecto de los ajustes que afectan la cuenta de corrección monetaria puede verse claramente que dicha cuenta está conformada por a) ajustes a cuentas del balance y b) ajustes a cuentas de resultado. Los primeros, cuyo saldo neto en adelante se denominará genéricamente "utilidad por tenencia de activos", aumentan o disminuyen la utilidad porque se contabilizan en cuentas cruzadas de balance y de resul­tados; en cambio los segundos no alteran la utilidad con­table, por cuanto su registro afecta, como un débito y como un crédito —simultáneo— sólo cuentas del estado de resultados. Así mismo, una parte de los ajustes por inflación a los activos se traslada al estado de resultados, bien sea como un mayor valor del costo de la mercancía vendida (ajuste a inventarios), como un mayor gasto por depre­ciación, agotamiento o amortización (Activos fijos, intangi­bles y diferidos) o como una menor utilidad en venta (inver­siones en acciones y aportes). Por lo tanto, la utilidad conta­ble tradicional está siendo afectada por tres factores, dia­me­tralmente diferentes en su efecto sobre las pérdidas o ganancias finales:

1. Ajuste a cuentas de resultado: no alteran la utilidad final, porque se registran como un mayor valor del respectivo ingreso o gasto contra la cuenta de corrección monetaria. Sin embargo, los ajustes por inflación a los dos componentes básicos del estado de resultados, ingresos y gastos, poseen connota­ciones completamente diferentes para propó­sitos del cálculo de indicadores financieros que señalen o diagnos­tiquen la situación de un ente económico, aunque su ajuste se justifique en el sentido de que expresan en términos homogéneos (pesos del último día del período que se estudia) todas las opera­ciones realizadas durante el año.

Bajo estas circunstancias, el ajuste por inflación a los costos y gastos generales se define como el mayor valor que tendría que desembolsar la empresa para incurrir en los mismos costos y gastos pero el último día del año o período, cuando los precios de dichos conceptos se han incremento como producto de la inflación. Es decir que, si la empresa quisiera seguir operando por lo menos en las mismas dimensiones y magnitudes del ejercicio anterior, debería tener re­cur­sos suficientes para atender sus costos y gastos, pero a los nuevos precios. En éste sentido, el ajuste por inflación a los costos y a los gastos debe restarse de las utilidades porque representa el mayor desem­bolso que se tendrá que hacer y, por lo tanto, el dinero para atender ésa mayor salida de dinero debe provenir de las utilidades, si no se quiere de­teriorar el patrimonio de la compañía. Por ello, para efectos del análisis por razones los costos y gastos se deben tomar ajustados por inflación.

En cambio, el ajuste por inflación a los ingresos sólo es útil para propó­sitos de comparación entre un ejer­cicio y otro, mas nó para la estima­ción de indi­cadores financieros, por que dicho ajuste, con­trario a lo explicado en el caso de los costos y los gastos generales, económi­camente no significa, por nin­gún motivo, que por el hecho de haberse presen­tado inflación los ingresos vayan a crecer en forma automática.

2. Ajuste a cuentas de balance: Ciento por ciento aumentan o dismi­nuyen las utilidades finales registra­das por un ente económico, porque su contrapar­tida siempre afecta la cuenta de corrección mone­taria, que pertenece al estado de resultados. Sin embargo, como se puede observar fácilmente, ésta clase de ganancia no ha sido realizada y no provie­ne de las operaciones de la compañía, motivo por el cuál mal podría incorporarse a los indicadores que utilizan como parámetro las ganancias o pér­didas reportadas y que incluyen, por obligación legal, éste tipo de utilidades. En cambio, con algu­nas reser­vas, los ajustes que afectan direc­ta­mente las cuen­tas de balance, por ser la contrapartida de la cuenta de corrección monetaria, si se toman en el diseño de indi­ca­dores financieros.

3. Ajustes a cuentas de balance que se trasladan al estado de resul­tados: parte de los ajustes por infla­ción a las cuentas de balance —en uno u otro mo­men­to— debe ser trasladado como un mayor valor del costo o de los gastos generales. Un caso típico de ésta situación se observa en los inventarios, los cuales se reexpresan por inflación, pero en el mo­men­to de ser consumidos o vendidos deben afectar las utilidades no por el costo histórico de adquisición sino por su costo ajustado hasta el momento de ser consumidos o vendidos. De igual forma, pero en plazos más amplios, ocurre con la depreciación, ago­tamiento y amortización, las cuales deben ser calculadas sobre el costo de adquisición, pero debi­damente ajustado por inflación, lo que produce que el gasto por estos conceptos sea mayor al que se re­gis­traría si no existiera la obligación de realizar ajustes por inflación.

En resumen, no es prudente ni técnico tomar las cifras refle­ja­das en los estados financieros —ni a valores históricos, ni con cifras ajustadas por inflación— sin antes comprender con algún grado de profundidad la filosofía del sistema integral de ajustes por inflación y las implicaciones que conllevan sus procedimientos de contabilización, con el ob­jetivo de corregir algunas de las bases que sirven como parámetro para el cálculo de indicadores financieros. Lo anterior significa que, en algunos casos, los componentes de una razón o índice deben ser tomados sobre sus valores originales o históricos de adquisición, en otros de acuerdo a las cifras ajustadas por inflación y en otros, los saldos deben ser corregidos para eliminar ajustes parciales o totales por inflación, tal y conforme se explica extensamente en el estudio de cada uno de los indicadores incorporados en éste capítulo.


5.4 INTERPRETACIÓN DE LAS RAZONES FINANCIERAS

Por los motivos expuestos, los indicadores financieros deben interpretarse con prudencia ya que los factores que afec­tan alguno de sus compo­nentes —numerador o deno­mina­dor— pueden afectar, también, directa y propor­cio­nal­mente al otro, distorsionando la realidad financiera del ente. Por ejemplo, clasificar una obligación a corto plazo dentro de los pasivos a largo plazo puede mejorar la razón corrien­te, en forma engañosa.

Por tal circunstancia, al estudiar el cambio ocurrido en un indicador es deseable analizar el cambio presentado, tanto en el numerador como en el denominador para poder com­prender mejor la variación detectada en el indicador.

En razón a las anteriores consideraciones, se reco­mienda el análisis detenido de las notas a los estados finan­cieros, pues es allí donde se revelan las políticas contables y los criterios de valuación utilizados.

Así mismo, los resultados del análisis por indicadores financieros deben ser comparados con los presentados por empresas similares o, mejor, de su misma actividad, para otorgar validez a las conclusiones obtenidas. Por­que se pue­de reflejar, por ejemplo, un incremento en las ventas del 25 por ciento que parecería ser muy bueno —mirado en forma individual— pero que, sin embargo, si otras empresas del sector han incrementado sus ventas en un 40 por ciento, tal incremento del 25 por ciento no es, en realidad, una ten­dencia favorable, cuando se le estudia en conjunto y en forma comparativa.

El análisis de liquidez permite estimar la capacidad de la em­pre­sa para aten­der sus obligaciones en el corto plazo. Por regla general, las obligaciones a corto plazo aparecen registradas en el balance, dentro del grupo denominado "Pasivo corriente" y comprende, entre otros rubros, las obligaciones con proveedores y trabajadores, préstamos bancarios con vencimiento menor a un año, impuestos por pagar, divi­dendos y participaciones por pagar a accionistas y socios y gastos causados no pagados.

Tales pasivos, deberán cubrirse con los activos corrientes, pues su naturaleza los hace potencialmente líquidos en el corto plazo. Por esta razón, fundamental­mente el análisis de liquidez se basa en los activos y pasivos circulantes, pues se busca identificar la facilidad o dificultad de una empresa para pagar sus pasivos corrientes con el producto de convertir a efectivo sus activos, también corrien­­tes.
Para la explicación de cada una de las razones financieras se empleará como modelo, las cifras de los esta­dos financieros incorporados en el apéndice de éste texto.


RAZÓN CORRIENTE

Este indicador mide las disponibilidades actuales de la em­pre­sa para atender las obligaciones existentes en la fecha de emisión de los estados financieros que se están anali­zando. Por sí sólo no refleja, pues, la capacidad que se tiene para atender obligaciones futuras, ya que ello depende también de la calidad y naturaleza de los activos y pasivos corrientes, así como de su tasa de rotación.
Activo Corriente / Pasivo Corriente

HISTÓRICO
AJUSTADO
2.0X1
2.0X2
2.0X1
2.0X2
1.058.535
667.445
1.639.870
1.586.299
1.058.703
667.445
1.639.969
1.586.298
1.59
1.03
1.59
1.03

En este caso, la actualización de los inventarios (importante componente de los activos corrientes) a precios actuales no está influyendo notable­men­te en el comportamiento del indicador, hecho que puede señalar una buena rotación de inventarios. Si los inventarios fuesen muy antiguos, enton­ces el indicador tendería a ser mayor después de aplicar el sistema integral de ajustes por inflación, aunque no nece­sariamente esto indique una mejor posibilidad para atender las obligaciones a corto plazo, pues pueden existir inven­tarios obsoletos cuya realización en el mercado no sea fácil de llevar a cabo.

La interpretación de esta razón financiera debe realizarse conjunta­mente con otros resultados de compor­tamiento, tales como los índices de rotación y prueba ácida, aunque todo parece indicar que las razones estimadas sobre valores históricos, pueden señalar más eficientemente la situación de las empresas, en el corto plazo, frente a sus obligaciones.

El indicador de razón corriente presenta alguna clase de limitaciones en la interpretación de sus resultados, siendo la principal de ellas el hecho de que ésta razón se mide de manera estática, en un momento dado de tiempo y, en consecuencia, no se puede asegurar que hacia el futuro los recursos que se encontraban disponibles con­tinúen estándolo. Además, al descomponer los diversos fac­tores de la razón corriente se encuentran serios argumentos sobre la razonabilidad de su función. Por ejemplo, los saldos de efectivo o los valores depositados en inversiones tem­pora­les representan sólo un margen de seguridad ante eventuales situaciones atípicas de negocios y, por ningún motivo, reservas para el pago de operaciones corrientes de la empresa; pues suponer lo contrario sería como descartar el principio de continuidad y pensar que la compañía va a ser liquidada en un futuro cercano.

De la misma manera, las cuentas por cobrar y el inventario son cuentas de movimiento permanente y en razón a ello, no es nada seguro suponer que un saldo alto deba permanecer así, especialmente en el momento en que se requiera para atender las obligaciones corrientes. Las dos variables están estrechamente interrelacionadas con conceptos tales como nivel de ventas o margen de utilidades siendo, en realidad, éstos conceptos los verda­deros parámetros en la determinación de las entradas fu­turas de efectivo.

Lo anterior se puede resumir afirmando que la liqui­dez de una empresa depende más de los flujos futuros es­pe­ra­dos de efectivo que de los saldos, de la misma natura­leza, registrados en la contabilidad en el momento del análisis. Además, la eficiencia en la rotación de las cuentas por cobrar e inventarios, pretende alcanzar la máxima ren­ta­bilidad en el uso de los activos y no necesariamente ob­tener mayor liquidez.

Otra limitación de la razón corriente es que su resul­tado puede ser mani­pulado fácilmente con el fin de ob­tener cifras que se requieren para algún propósito especial. Por ejemplo, el último día del año podría cancelarse un pasivo importante y volverse a tomar el primer día del ejercicio siguiente, con lo cuál la razón mejora al disminuir simultánea­mente, tanto el activo (de cuyos fondos se to­man los recursos) como el pasivo corriente. También se pueden dejar de contabilizar, en forma premeditada, parti­das significativas que tengan que ver con inventarios en tránsito; al no registrar ni el activo ni el pasivo, la razón corriente mejora. Así mismo, se podría aplazar la decisión de efectuar nuevas compras, dada la proximidad del cierre contable, logrando reducir tanto el activo como el pasivo corriente, pero incrementando el indicador.

Existen unos estándares sobre este indicador que, algunas veces, se toman automáticamente como pará­metros de medición, cuando en reali­dad cada caso parti­cular debe ser evaluado en sus propias dimen­siones. Es así como se afirma que una relación 2:1, es decir poseer activos corrientes que dupliquen las obligaciones de corto plazo, es ideal; sin embargo, pueden existir situaciones en las cuales hayan niveles mínimos de inventarios y óptima rotación de cuentas por cobrar, con lo cuál habrá liquidez suficiente para atender los pasivos corrientes, aunque el indicador no parezca ser el mejor.

De otra parte, podría pensarse que entre más alta sea la razón corrien­te, será mejor la gestión financiera de recursos. Pero, si se mira objetiva­mente este caso, un indi­cador muy alto aunque sea estimulante para provee­dores y entidades financieras, porque prácticamente asegura el retorno de las acreencias, es también señal de una mala administración del efectivo y de un exceso en la inversión propia, proveniente de socios y accionistas, quienes verán afectada la tasa de rendimiento asociada a dicha inversión.


PRUEBA ÁCIDA

Al no incluir el valor de los inventarios poseídos por la empre­sa, este indicador señala con mayor precisión las disponibi­lidades inmediatas para el pago de deudas a corto plazo. El numerador, en consecuencia, estará compuesto por efec­tivo (caja y bancos) más inversiones temporales (Cdt's y otros valores de realización inmediata), denominadas hoy día "equiva­len­tes de efectivo", y más “cuentas por cobrar”.
(Activo Corriente - Inventarios) / Pasivo Corriente